VOCACIÓN
He sido
y sigo siendo vanidosa y coqueta, de ahí mi amistad con el espejo.
Las
primeras incursiones que hice en el mundo de la estética fue a la edad de cuatro años, en cuya audaz experiencia aprendí a
obedecer a mi madre, a soportar la humillación y a practicar la
paciencia durante los meses que tuve que
esperar a que se resolviera el problema provocado por mi falta.
Doy comienzo mi relato:
Mi
madre tenía un estuche precioso, con sus departamentos para depositar sus
enseres de belleza, cada uno en su sitio
en orden simétrico y perfecto.
Diariamente se disponía a la operación
toilette, abría el estuche e iba sacando su contenido que a mí me traía de cabeza. Contemplaba extasiada aquellos instrumentos que ella manejaba con
tanta pericia y el resultado espectacular que aquello producía.
Un día, ¡oh! milagro, mi madre se dejó la llave puesta en la pequeña
cerradura, circunstancia que yo aproveché para poner manos a la obra. Abrí el estuche y, fascinada, me miré en el
espejo que mostraba una carita llena de emoción, cogí en manos una caja de
polvos de la marca Mirurgia desde cuya
tapa, una hermosa mujer me sonreía. Ella me sirvió de modelo, la abrí y empapé
el borlón de polvos que me extendí por toda la cara sin economizarlos. A
continuación, cogí las tijeras y en un alarde profesional me corté mi precioso
pelo orgullo de mi madre, algunos tajos llegaron hasta la raíz. Y para terminar
la faena puse a calentar las tenacillas en el rescoldo del fuego y ondulé los
pocos rizos que habían sobrevivido a los ataques de las implacables tijeras.
¿Resultado? lo pudo apreciar mi madre que inoportunamente hizo su aparición
cuando yo contemplaba mi obra. La pobre quedó petrificada, lo que le impidió
cometer un infanticidio.
Solo me queda por añadir que acabé en las manos del peluquero que solo pudo realizar un pelado a lo Manolo como se
llamaba entonces, o sea, a lo chico.
Han pasado muchos años y sigo siendo amante de la belleza. He dedicado
mi vida a la estética y así seguirá siendo mientras el cuerpo aguante. Pero,
por supuesto, que a lo largo de mi
profesión he ido mejorando.
Mª
Dolores Galera.
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