jueves, 21 de marzo de 2013

AVE SOLIDARIA




Golondrina,  mi dulce avecilla
eres anuncio de buenas nuevas
también portadora de otros  mares
con augurio de primavera.
¿Qué misterio te rodea golondrina?
dicen, que en aquel Viernes Santo,
tuviste el privilegio
de ser consuelo y alivio
del Creador de tierra y cielo.
Dicen, que apoyada en su frente,
las punzantes espinas,
con exquisita ternura
le arrancaste una a una.
Y dicen, que con tu precioso pico
hecho de azabache y nácar,
yendo y viniendo
y  gota a gota,
su ardiente sed apagabas.
Tu pico en sus labios
ofrecía y recibía
aquel agua de la vida
que Jesús te devolvía.
Dime tú ave buena,
¿qué te decía su mirada
cuando su sed paliabas?
También dicen, que  de tanto esfuerzo,
tu vulnerable corazón se partió,
y a los pies de la cruz expiró.
A la misma hora  murió Jesús
y  a su cielo te llevó.
Si tú  le tienes tan cerca
pequeña y buena hermana,
dile que limpie mis ojos
y así yo pueda perderme
en sus  pupilas amadas.

Sueño de amor

                           



     Entré en un sopor y me adentré en un sueño de amor que me hizo vislumbrar un mundo mágico.
     Vi un río de luz dorada que provenía  del sol y desprendía hilos luminosos sobre la tierra. Sus colores irisados transmitían una energía cósmica que llegó hasta mí rodeándome con un halo, adentrándome  en ese estado misterioso de los sueños.  Los árboles y las flores  jugaban felices con mariposas de bellísimo colorido. Todas coqueteaban  en raudos vuelos que armonizaban con el sonido de las aguas que discurrían por el río de luz.
       En mi sueño, como  hipnotizada, yo caminaba  hacia el río y en un recodo apareció ante mí un sendero de sauces que en su quietud se inclinaban reverentes.
         En aquel silencio mágico, se escuchaban los arpegios de las risas de los gnomos que, alegres, cosían las nubes que cubrían de nácar sus nidos de amor. Allí            descubrí a un anciano venerable que irradiaba un aura radiante. Yo me senté a su lado inundada de paz.
         Él me dirigió una mirada azul, se arrancó una llama de amor de su corazón encendido y la trasladó al mío con sus ardientes destellos. Sentí esa llama que me abrasaba y todo cambió en mí, me convertí, como él, en un fuego apasionado. Amé todos los sentimientos del mundo y mi fuego se avivaba. Tuve que compartirlo en mayor medida y, cuanto más compartía, más me abrasaba y así fui depositando amor en todas las partículas de la tierra.
       Y dentro de mi sueño amé también las útiles piedras que dan cobijo a tantos seres creados. Amé la lluvia, los mares, la brisa, el huracán y todo el universo. Y  sentí que ellos me amaban a su vez  convirtiéndonos en una perfecta unidad. Y amé, como no, a todos  los seres humanos sin distinción y a los animales, olvidados hasta de los buenos. Y amé la tierra entera tan perseguida y castigada, que ya está enfermando, envenenada por la ambición y la ceguera.
       Porque el amor es talismán cuyos reflejos mueven todo lo que existe. Energía cósmica que envuelve y da sentido a la existencia de todos los seres, porque el CREADOR ES AMOR.
        Volví de mi sueño. Ahora siento que mi  corazón sigue ardiendo Y ese fuego, quiero compartirlo con todos porque esa llama de plenitud, es la llama de Cristo.