Yo era pobre y
padecía ceguera
Tú pasabas por allí
y como el ciego del
camino,
¡Señor que vea! te
grité,
me oíste y llegaste a
mí.
Abriste mis ojos sin
brillo a tu luz
y vi destellos de vida sin fin,
Ya te veo mi Maestro
bueno
descubro tu huella
junto a mí,
la que me marca el
camino
que siempre me guiará
hasta ti.
Y me mandaste callar
como el trigo en el
surco
hecho hierba callada,
pero, como el ciego, tengo que gritar
la divina aventura de
ver,
que eres el Todo en
mi nada.
Lola Galera es una fiera bloguera.
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