miércoles, 9 de enero de 2013

MI BARRO

                                                       



                                                        
                                                      

                                        NO TENGAIS MIEDO   J N.  6. 16                                       

            En mis reflexiones sobre el misterio del caminar de mi vida junto a ti, voy analizando mi andadura a la luz de tu Palabra  y, como siempre, vienes en mi ayuda.  
           ¿Qué respuesta le he dado a la promesa que te hice cuando saliste a mi encuentro y cual ha sido mi entrega?: Creo que ha sido mezquina, porque de todos  los enemigos que me acechan,  el más cercano y peligroso es el miedo que no me deja avanzar. Me incita a mis propios pesimismos que me inhabilitan para construir sobre Roca. “El que pone la mano en el arado y vuelve la vista  atrás, no es digno de mí.” Y, aquí estoy yo con mis miedos, impidiendo mi posibilidad de edificar tu encargo, Señor. Tengo que revalorizar los talentos que me vas dando a lo largo de mi vida, pero no soy capaz de  nada, agarrotada por el miedo. Me conformo con construir una y otra vez sobre “Arena,” pensando negativamente  en los riesgos y los fracasos. Y  pasan los días y el tiempo se me escapa.

            Tú nos dices: “NO TENGAIS MIEDO, YO HE VENCIDO AL MUNDO”. Esta es tu Palabra que es la alegría de mi corazón, es mi aliento y es mi fuerza. Me impulsa, me remonta y vence mis debilidades, Así mi pobre barro se va transformando y con estos altibajos se va dibujando tu amado rostro en mi vida, para darte a conocer. Esto es lo que deseo ardientemente, pero mi barro se seca y necesito tu agua, esa agua de la Vida  que se escapa por los dedos de mis miedos. Necesito mi Dios tu  Manantial para que empape mi pobre barro, porque la sequedad araña y duele y me impide entregarme. Que todas las jornadas de mi vida, rebosen de amor y consuelo para todos los que me necesiten. Esta es la  misión a la que me envías  y la única verdad que quiero vivir.
         Ayúdame Señor a aceptar mi barro y ponerlo en tus manos de Padre para que Tú lo moldees y me concedas la osadía del amor.

1 comentario:

  1. Sencillamente barro que nosotros mismos endurecemos con nuestros miedos, eso es lo que somos. Comparto en mi interior la profundidad de tus palabras aquí expresadas. Personalmente me atrevo a decir que tus días están llenos de amor y consuelo para quienes te necesitan.
    Besos y abrazos.

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